Juez Serrano: una cabeza de turco
22.10.11 | 16:17. Archivado en Personajes, PP, PSOE, Política, Sociedad, José María Aznar, Mariano Rajoy, José Bono,Esperanza Aguirre, José Luis Rodríguez Zapatero, Joaquín Leguina, Alfredo Pérez Rubalcaba, María Sanahuja, Ley de Violencia de Género, Rosa Díez
Algunos argumentan que la ley integral contra la Violencia de género nunca podrá ser derogada. Tratan de echar sobre los hombros de los jueces la responsabilidad de su «correcta» aplicación para que así la ley sea «justa e igualitaria». Un verdadero oxímoron porque una ley tan execrable jamás podrá ser justa, ni igualitaria: es algo metafísicamente imposible.
Olvidan, además, que los jueces no legislan, sólo aplican la ley. Y que si tratan de «enmendar» los errores de esta ley bárbara, injusta y totalitaria -producto del consenso de todos los partidos con representación parlamentaria-, es el propio sistema político y judicial -corrupto y dependiente de la casta política- el que se los «carga».
El caso del heroico juez Serrano -titular del Juzgado de Familia nº 7 de Sevilla desde hace 20 años- es paradigmático: un juez ejemplar -pero muy crítico con la Ley Integral de Violencia de Género (LIVG)-, que ha tenido los bemoles de cuestionar, pública y reiteradamente, los efectos perversos de esta ley, entre otros las denuncias falsas que llevan automática y preventivamente a cientos de miles de hombres inocentes al calabozo.
Ahora el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), con la excusa de que el juez prolongó 24 horas la custodia de un padre sobre su hijo para que pudiera participar como paje en la procesión de la sevillana Cofradía de El Silencio, ha dictado una sentencia escandalosa apartando a Serrano de la carrera judicial, inhabilitándole por dos años por un delito de «prevaricación culposa», además de condenarle a indemnizar con 4.000 € a la madre «agraviada» y al pago de las costas del juicio. La sombra del feminismo radical es alargada.
Como en tiempos de la Inquisición. Serrano: una cabeza de turco para que sirva de escarmiento al resto de la Judicatura cuando tenga que aplicar la inicua ley de violencia de género. Ya lo decía Quevedo hace 400 años: «donde hay poca justicia es un peligro decir la verdad».
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